Hermes con
Dioniso, de Praxíteles
La ilustración que vamos a examinar corresponde a un grupo
escultórico que consta de dos figuras: un joven en pie,
desnudo y apoyado en un tronco, y un niño, también desnudo, sostenido en su brazo
izquierdo, con el que parece juguetear. Del mismo brazo izquierdo de la figura
principal pende un manto con drapeados, que casi oculta el tronco del árbol. El
brazo derecho de la figura adulta está incompleto.
ANÁLISIS
La obra, de bulto redondo, está tallada en mármol,
mostrando un alto grado de calidad técnica y de habilidad para aprovechar las
cualidades estéticas del material. Las superficies han sido pulidas finamente,
de modo que sugieren la sensación táctil de blandura. Se ha evitado toda
rugosidad y la brusquedad de las rectas, prefiriendo las formas casi
difuminadas.
La escultura
se ajusta a leyes visuales propias de la pintura:
- Se desarrolla en sentido frontal, y prueba de ello es la
colocación de los brazos de la figura principal, de modo que ni corten la
silueta ni dificulten la plena apreciación de la belleza del contorno.
- Se da gran importancia al juego de luces.
La composición
se concibe mediante una serie de líneas ascendentes, con el fin de que la
atención se concentre en el rostro del joven, ensimismado en sus pensamientos.
El juego intrascendente con el niño marca el punto culminante.
La figura
principal presenta un contrapposto o esquema en S, mediante una
postura lánguida y natural: la pierna izquierda, libre de peso, toca suelo con
la punta del pie, y la derecha sujeta el cuerpo, resaltando así la línea de la
cadera. La ligera inclinación de la cabeza viene a completar el esquema.
La luz
es un elemento primordial, pues resbala con suavidad sobre las superficies generando
sutiles matices.
La
policromía, en su estado actual, es inexistente, lo que no es obstáculo
para suponer que existiera originalmente.
La forma
de expresión es figurativa y naturalista. Hay un indudable interés por la
belleza formal, especialmente en la figura principal; su pose relajada resalta
los rasgos de una anatomía perfecta, proporcionada, armónica y sensual. Aunque
amable, parece distanciado e inaccesible. Respecto al niño, está bastante menos
conseguido; la cabeza pequeña y las proporciones alargadas nos hacen pensar más
en las de un adulto que en las características de la infancia.
COMENTARIO
La obra es fruto de un estilo artístico cuyo centro de interés es la
figura humana. El dominio técnico hace pensar en una etapa de madurez, que,
además, podemos identificar con otros rasgos: expresividad -que aquí es
melancolía-, interés por la naturalidad, movimiento,...
Concluimos,
por tanto, afirmando que se trata de una escultura griega de la etapa postclásica.
Su autor es Praxíteles, pues son propios de su escultura la blandura
de las superficies, la levedad del modelado y la indolencia de las actitudes,
marcada aquí por el contrapposto de la figura protagonista, que define la
típica curva praxiteliana.
La obra,
titulada Hermes con Dioniso presenta
un tema mitológico: el joven Hermes lleva a su pequeño hermanastro para
que lo cuiden las ninfas; ha hecho un alto en el camino y, parece ser, ofrecía
con la mano derecha un racimo de uvas, que el pequeño se esfuerza en alcanzar.
A pesar de tratarse de dioses, el tema es anecdótico y está representado de
forma humana y afectuosa. Es típico del postclasicismo, y concretamente de
Praxíteles, la representación de un momento fugaz. Tuvo, en su momento, una función
religiosa, pues se trataba de un exvoto entregado al Heraion de Olimpia.
Praxíteles
es el gran escultor ateniense del siglo IV a.C. Su amplia producción
está perdida, pero fue tan imitada que se puede fácilmente estudiar a través de
las copias romanas. Cabe destacar en ella la ruptura con la tradición y la innovación
iconográfica: por ejemplo, hay que indicar que fue el primero en introducir
en la escultura griega el desnudo femenino, a través de su célebre Afrodita
de Cnido.
El camino iniciado por Praxíteles tuvo gran
repercusión en el futuro, prolongándose su herencia en la etapa helenística y
en el mundo romano, e incluso en obras tan lejanas como el David de
Donatello.